“Vamos a coronar a María como Madre y Reina”.
Así comenzó el guión el día de la coronación de la virgen aquella primera vez el 1ero de noviembre.
Las manos que sostuvieron esa bellísima corona, que acariciaron ese delicado y dedicado manto que en comunidad habíamos encargado para regalarle a nuestra madre, lo hicieron en nombre de todos los que allí estábamos. La mirábamos con ojos y corazón desbordantes de alegría. Nos miraba ella, con ojos de ternura, de comprensión, de misericordia.
No sé cuánto tiempo duró aquel aplauso, ese que estalló cuando el rostro resplandeciente y bello de María se vio coronado, sólo sé que parecía interminable que se escuchó por largo rato en nuestro templo y que estoy segura llegó hasta el cielo. Lo acompañaron lágrimas, sonrisas, abrazos, miradas, rezos…. Fue un bendito momento de oración compartida …La madre a los pies del Hijo con sus brazos abiertos para acercarnos a todos la Misericordia de Dios. Y los Hijos, junto a la madre, pidiéndole en ese sentido y conmovedor gesto de la coronación que nos abriera el cielo, que nos llevara a Dios y que nos regalara su fe y su amor, uniéndonos y reuniéndonos en comunidad.
Cada Coronación con nuevos rostros, nuevas manos, nuevos ojos hace memoria y camino y en ella nuestra querida virgencita nos invita, compromete y repite, como en Caná:
“Hagan todo lo que Jesús les diga”.
Por eso hoy una vez más volvemos a decirte, Madre, que sigas abrazándo a nuestro barrio con misericordia como siempre, como en estos 90 años.
Y volvemos a pedirte que sigas abriendo tus brazos, porque somos tus hijos.
Coronación Madre de la Misericordia – 1ero de noviembre de 1992
1992 – 2022 30 Años de la Coronación